A los síntomas anteriores se añaden:
Sensación de que la vida no vale la pena vivirse. No quieres comer. No te quieres levantar de la cama. No ves un futuro para tu familia ni para ti. Te sientes incompetente ante todo lo que tienes que hacer, principalmente ser mamá. Te sientes infeliz y preocupada. Tienes pérdida de energía o demasiada energía. No puedes concentrarte. No cuidas de ti. Te sientes emocionalmente adormecida o vacía. No te interesan las cosas que disfrutabas. No te interesa el bebé. Sientes que no vales nada. Te aíslas. Temes hacerte daño o hacérselo al bebé. Te sientes culpable.
César Arellano Sacramento
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